lunes, 28 de junio de 2010

¿Por qué un Modelo de Escuela Segura?


La iniciativa “Escuela Segura”, tiene sus antecedentes en una experiencia desarrollada en el año 2007, en colaboración y apoyo con la Fundación Arias para la Paz y el Progreso Humano, para sensibilizar a jóvenes estudiantes de las escuelas públicas sobre el peligro y consecuencias del uso de armas ligeras.

En la actualidad se pretende promover un modelo de gestión que refuerce la práctica de una seguridad participativa y preventiva que sea articulada por la comunidad.

Para el adecuado desarrollo de esta iniciativa el equipo de trabajo del Programa de Seguridad Democrática se ha propuesto monitorear y estudiar otras prácticas e intervenciones similares en Centroamérica que favorezcan un mejor desempeño del modelo propuesto de “Escuela Segura”.

Producto del trabajo del Ieepp tanto la Policía Nacional como la Alcaldía de Managua, han sido receptivos a esta iniciativa, y han brindado todo el apoyo y la información requerida para la elaboración de este trabajo.

Por medio de la diligencia policial se obtuvo la microlocalización (los lugares que representan mayor peligrosidad en los barrios cercanos a estas escuelas) y a través del Departamento de Recaudaciones de la Alcaldía Managua se logró ubicar a las licorerías, juegos de azar que son considerados como focos de generación de violencia. La identificación de estos sectores permitirá al equipo Ieepp elaborar una ruta de los puntos que representan mayor peligrosidad para los estudiantes.

Los esfuerzos por cambiar las cosas

La escuela “Los Quinchos”, del barrio San Judas, cuenta con 29 años de trayectoria desde que se fundó en 1981. Surgió como una iniciativa para responder a la necesidad de los niños, niñas y adolescentes en situación de riesgo, que entonces era hablar de aquellos que trabajaban en las calles (vendiendo chicles, lustrando calzado, cantando en los buses), que estaban desprotegidos de un hogar y expuestos al peligro: “Consumir drogas y convertirse en delincuentes”, señala Luis Fariña, director del centro.

Pero con el correr de los años “el abanico es mayor”, expresa el profesor.

“El vendedor tiene la ventaja de que recibe dignamente pago por su trabajo, pero ¿qué pasa con aquellas niñas que han vivido una situación familiar de incesto?, ¿con aquel joven que a través de la pega o de la droga ha encontrado su opción de vivir? Nuestro riesgo es mayor… la sociedad de hoy exige mejores respuestas a este gran problema social”.

La escuela cuenta con una población de 1,900 alumnos para el 2010, de Primaria y Secundaria, en la modalidad matutina y vespertina. También ofrece “Secundaria a distancia” (los sábados) para jóvenes que abandonaron sus estudios regulares porque son padres de familia y tienen que trabajar.

“Los Quinchos” pertenece al Plan Escuela Segura, que implementa la Policía Nacional para prevenir acciones delictivas en los centros escolares. Dos oficiales policiales se presentan en las horas de entrada y salida de los estudiantes, como una manera de resguardarlos de posibles asaltos, acoso de pandilleros, etc. A través del Plan, también les dan seguimiento a estudiantes con tendencias hacia el actuar delictivo.

“Nos parece que un joven no tendría que andar con esto”, dice el profesor, al tiempo que saca de la gaveta de su escritorio un cuchillo puntiagudo, que portaba un estudiante (de 15 años) dentro del aula de clases.

“Vamos por la línea de trabajar por la paz, la no violencia, y que aprendamos a convivir en medio de tanta cosa que nos llega por los medios de comunicación y la misma sociedad, yo creo que todo lo que venga es bueno”.

jueves, 17 de junio de 2010

Otros cuatro casos de violencia escolar


El más grave ocurrió en Misiones, donde un alumno asesinó a un compañero; en otro, un chico agredió a la directora..


A 15 días de la tragedia ocurrida en un colegio de Villa Gesell en la que un chico de 17 años mató a un compañero, de 18, ayer, en Misiones, un adolescente de 15 años apuñaló y asesinó a otro, de 16, durante una discusión que mantuvieron cuando salían de la escuela.

La sucesión de episodios de violencia en las escuelas, ocurridos en las últimas dos semanas, continuó el lunes pasado en San Isidro, donde una chica de 13 años fue golpeada por dos compañeras que le tendieron una emboscada cuando salía del colegio y, según los familiares de la víctima, "la atacaron por el hecho de ser linda".

Santa Fe y Mar del Plata fueron también escenarios de otros hechos de violencia escolar. En la capital santafecina, una alumna de 12 años fue atacada por un grupo de compañeras que la hirieron con una trincheta. Mientras que en Mar del Plata, la directora de una escuela sufrió heridas cuando un alumno, de 16 años, la agredió, molesto porque le habían impuesto una sanción disciplinaria.

Todos estos hechos ocurrieron en la misma semana en la que un chico de 12 años atacó a una docente en una escuela de La Plata. El menor de edad fue suspendido por tres días y cambiado de turno en la escuela.

El ministro de Educación de la Nación, Juan Carlos Tedesco, opinó sobre la sanción aplicada contra este alumno, al decir: "Si lo expulso, entonces pierdo la oportunidad de seguir educándolo, así que reflexionar es lo mejor".

lunes, 14 de junio de 2010

Violencia Escolar:

En nuestra sociedad actual, el colegio no escapa al torbellino de violencia de lo general a lo particular y, cada vez más, vemos que episodios de golpes e insultos se incrementan hasta el punto de ser noticias en los medios. Profesores/as y maestros/as agredidos/as por alumnos/as, peleas escolares entre adolescentes, padres que golpean a educadores, peleas entre adolescentes por un noviecito/a que terminan en combates de boxeo en la plaza cercana al establecimiento escolar por dar algunos ejemplos.

Normalmente este estallido se nota en la adolescencia, pero también la problemática surge desde el jardín, los/as niños/as son un cúmulo de actitudes que normalmente traen aprendidas desde el hogar, son un espejo y una caja de resonancia de problemáticas familiares que se transfieren en sus primeras vinculaciones con el otro/a dentro de la escuela. Desde los juegos o desde la forma de conducirse ante la maestra se percibe si ese niño o niña vive situaciones de violencia, discriminación o maltrato, o, por el contrario, si es cuidado debidamente tanto en la salud como en la higiene y si recibe afecto y contención. Responder a hábitos sencillos como tomar su merienda, ordenar los juguetes, colaborar en tareas conjuntas o realizar una actividad física ya denotan la existencia de conductas, apropiadas o no, incorporadas a través de los vínculos cercanos de crianza.

Cuando un niño/a tiene actitudes como gritos, mordidas, pataleos o se impone a través de golpes o pellizcos entre sus compañeros/as siempre es un síntoma de que algo ocurre y la cita obligada que desde la dirección se solicita la presencia de los padres muchas veces es vana porque el problema sigue oculto o minimizado e invisibilizado.

La conducta continua de lo que los niños/as aprenden como habitual tal vez tendrá explosión durante la adolescencia en donde la búsqueda de identidad y de un lugar en el mundo está en su máxima expresión y en donde lo aprendido como lógico y “normal” será la forma en que quiera ocupar un espacio en ese mundo que intenta conquistar.
Conductas sexistas en donde lo masculino prevalece sobre lo femenino, donde el uso de la fuerza es sinónimo de poder y control quizá culminen en episodios de violencia y las justificaciones queden siempre en el afuera.

Carlos Javier Díaz (docente profesor de educación física) comentaba que aunque un niño/a no sepa el significado de palabras discriminatorias sabe utilizarlas a la hora de agredir a un compañerito/a, “gorda/o”, “tonta/o”, “negro/as”, “maricón” o las consabidos “puto/a” (tan festejados por los adultos cuando los/as niños/as las pronuncian por primera vez) sin que pensemos que luego servirán para agredir a sus compañeros de clase.

Por actos pequeños y graciosos, que incluso para los adultos son inocentes, comienzan a construirse modelos de violencia, maltrato y discriminación. La gorda de la compañera, el tonto, el sucio, el maricón, infinitas etiquetas que marcan la vida de unos/as y definen la actitud de los otros/as. Víctimas y victimarios. Incluso algunos docentes no escapan a este tipo de conducta, también utilizan esas mismas estigmatizaciones con sus hijos/as contribuyendo a la naturalización.

—Rodríguez preste atención y no se quede mirando al vacío como si fuera un tonto!
—Hernández si quiere ganar este partido tiene que salir a matar!
—Pérez párese bien como un hombre en vez de estar todo el día hablando con sus compañeras!

Frases solapadas que engloban estigmatizaciones y en donde tienden a la desvalorización y la caída de la autoestima.

Es hora de revisar los valores reales en donde el respeto de quiénes somos sea primordial y que tengamos el mismo derecho de pertenecer a una sociedad que, esperemos, que algún día cambie.

Publicado en El Anden Periódico Gratuito Nº 3 pag. 02. Propiedad de Ana María Falco

viernes, 11 de junio de 2010

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